Cuando vas por primera vez a
Cabañeros, lo que más llama la atención son unas aves de gran tamaño y formas
diferentes que nos sobrevuelan una y otra vez, suelen ser buitres negros y
leonados. Pues tanto me llamaron la atención que los convertí en un objetivo
prioritario y casi obsesivo. No tenían costumbre de acudir a la carroña, allí
se decía que comían en el monte, pues nunca se los había cebado. Por la
cantidad que había en el cielo parecía una empresa fácil, pero estaba
totalmente confundido, los buitres, según decían los cabreros me olían, y por
eso no bajaban a la carroña. Fueron muchas noches y muchos días, algunos de 18
horas, pero sin éxito. Algo fallaba y decidimos hacer un aguardo, aprovechando
una encina con muchos chupones a su alrededor en un claro a pie de monte. Limpiamos
alrededor de la encina y rellenamos los claros con vegetación, en su mayor
parte jara y brezo, vamos a la antigua usanza; robusto y sin fisuras. Ahora no
podía fallar nada, estaba perfectamente camuflado, sólo había que esperar a que
se acostumbrasen. Pasaron 15 días y se volvió a intentar, esta vez se ataron el
día anterior las reses con pitas a unas estacas que se clavaron como se pudo al
duro terreno (mucha piedra). Se salió a las 4:00 h de la pensión desde Horcajo
de los Montes, por una carretera que era peor que un camino, con baches que
hacían mella en la dura amortiguación del Nissan Patrol –6 cilindros– y con
cuidado de no chocar con algún ciervo o jabalí. Se entraba por la cadena, todo
esto de noche, atravesando varios caminos hasta llegar al aguardo, se dejaba el
equipo y demás trastos y luego se llevaba el coche a 1 km aproximadamente. Se
volvía andando, y después se preparaba el equipo, todo antes de que amaneciera.
Al inicio la ilusión amortiguaba el frío, según se iba acercando la hora del
amanecer el frío era intenso (mes de diciembre), comenzaba la
incertidumbre y toda la atención estaba al otro lado de las troneras del aguardo, entonces se olvidaba el frío, era el momento clave del día, uno más de otros
tantos que se salía del aguardo con alguna foto de rabilargo o de cuervo, pero
de buitres nada de nada.
¡Otro fiasco!
La
pregunta era, ¿En qué he fallado hoy?... no había respuesta.
Aunque siempre se hacía alguna fotografía interesante, como la que vemos de cuervo buscando en la carroña.
Nikon F3
Objetivo Nikon 500 f/4
Película de diapositiva Kodachrome 64
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