Lo que voy a contar ocurrió en torno a 12 años atrás.
En una de las "excursiones" de trabajo a las Islas Canarias, en la que me acompañaba mi hermano Jesús, tuvimos la idea de realizar una excursión desde la salida del barranco de las Angustias hacia el interior del cráter. El día amaneció con algunas nubes, pero muy soleado, por lo que decidimos iniciar el recorrido, dejando el coche en un pequeño apartadero. El recorrido en su inicio no entrañaba ninguna dificultad y nuestro objetivo era fotografiar rocas volcánicas para el capítulo de geología y vulcanología del libro del Parque Nacional que estábamos realizando.
Como decía antes, rápidamente comenzamos con nuestra tarea, fotografiando lavas almohadilladas, fragmentos de traquitas, grabo con estructura bandeada, diques basálticos, brechas, discordancias,.... El paseo era muy agradable, donde la geología propia de estas zonas volcánicas da para mucho entretenimiento. Pasábamos por zonas donde se elevaban, de forma considerable, las paredes basálticas que nos rodeaban, creando angosturas y formas muy bonitas. Hay que indicar que nosotros íbamos pisando el poco agua que transportaba el arroyo. Transcurridas unas 2h comenzó a extenderse por encima de nosotros una gran nube muy oscura, que apenas permitía pasar la luz. Es como si nos hubiesen echado una capa por encima. Pasaron unos minutos y comenzó a llover, pero no parecía que fuese nada especial. Nos cobijamos en un pequeño saliente de unas de las paredes del estrecho callejón que atravesábamos y decidimos esperar a que cesase la lluvia. Había pasado menos de 5 min y el arroyo comenzaba a aumentar su caudal muy rápidamente. Era preocupante pues comenzó a llover con mayor intensidad, pero decidimos aguantar en el curso del arroyo, al cobijo. No habían pasado más de 2 min y el caudal seguía subiendo cada vez más. Las rocas caían desde bastante altura y las había de todos los tamaños. Decidimos coger los equipos y salir agua abajo hacia el coche. Sabíamos de la dificultad que entrañaba el descenso, pues a la altura del agua, había que añadir el peso de los equipos, los accidentes geográficos que habíamos superado, algunos con gran desnivel, y las rocas que caían al vacío sin cesar desde una altura considerable. Es increíble lo que es capaz de soportar el cuerpo humano, cuando nos vemos atrapados y sentimos la necesidad de liberarnos. Corríamos aguas abajo, sin pensar lo que caía del cielo, ni los desniveles que tuvimos que saltar sin apenas pensar el riesgo que conllevaba. Hubo un momento que el agua que se había ido recogiendo en los numerosos barrancos de la caldera, había aumentado tanto el caudal del arroyo, que llegaba a tocar las mochilas. Cuando por fin salimos de esa angostura, aunque seguía lloviendo, nos vimos liberados de la incesante caída de rocas y pudimos mirar atrás con tranquilidad.
En este barranco han muerto varias personas, quizás por aferrarse a la culminación de una ruta que tiene muchas variantes, pero que sobre todo tiene un riesgo enorme cuando se avecinan tormentas. Nosotros tuvimos mucha suerte.
En la fotografía que ilustra este relato, podemos ver algunos de los lugares que nos encontramos a lo largo del recorrido por le barranco de las Angustias.
¡Una verdadera maravilla!.
En una de las "excursiones" de trabajo a las Islas Canarias, en la que me acompañaba mi hermano Jesús, tuvimos la idea de realizar una excursión desde la salida del barranco de las Angustias hacia el interior del cráter. El día amaneció con algunas nubes, pero muy soleado, por lo que decidimos iniciar el recorrido, dejando el coche en un pequeño apartadero. El recorrido en su inicio no entrañaba ninguna dificultad y nuestro objetivo era fotografiar rocas volcánicas para el capítulo de geología y vulcanología del libro del Parque Nacional que estábamos realizando.
Como decía antes, rápidamente comenzamos con nuestra tarea, fotografiando lavas almohadilladas, fragmentos de traquitas, grabo con estructura bandeada, diques basálticos, brechas, discordancias,.... El paseo era muy agradable, donde la geología propia de estas zonas volcánicas da para mucho entretenimiento. Pasábamos por zonas donde se elevaban, de forma considerable, las paredes basálticas que nos rodeaban, creando angosturas y formas muy bonitas. Hay que indicar que nosotros íbamos pisando el poco agua que transportaba el arroyo. Transcurridas unas 2h comenzó a extenderse por encima de nosotros una gran nube muy oscura, que apenas permitía pasar la luz. Es como si nos hubiesen echado una capa por encima. Pasaron unos minutos y comenzó a llover, pero no parecía que fuese nada especial. Nos cobijamos en un pequeño saliente de unas de las paredes del estrecho callejón que atravesábamos y decidimos esperar a que cesase la lluvia. Había pasado menos de 5 min y el arroyo comenzaba a aumentar su caudal muy rápidamente. Era preocupante pues comenzó a llover con mayor intensidad, pero decidimos aguantar en el curso del arroyo, al cobijo. No habían pasado más de 2 min y el caudal seguía subiendo cada vez más. Las rocas caían desde bastante altura y las había de todos los tamaños. Decidimos coger los equipos y salir agua abajo hacia el coche. Sabíamos de la dificultad que entrañaba el descenso, pues a la altura del agua, había que añadir el peso de los equipos, los accidentes geográficos que habíamos superado, algunos con gran desnivel, y las rocas que caían al vacío sin cesar desde una altura considerable. Es increíble lo que es capaz de soportar el cuerpo humano, cuando nos vemos atrapados y sentimos la necesidad de liberarnos. Corríamos aguas abajo, sin pensar lo que caía del cielo, ni los desniveles que tuvimos que saltar sin apenas pensar el riesgo que conllevaba. Hubo un momento que el agua que se había ido recogiendo en los numerosos barrancos de la caldera, había aumentado tanto el caudal del arroyo, que llegaba a tocar las mochilas. Cuando por fin salimos de esa angostura, aunque seguía lloviendo, nos vimos liberados de la incesante caída de rocas y pudimos mirar atrás con tranquilidad.
En este barranco han muerto varias personas, quizás por aferrarse a la culminación de una ruta que tiene muchas variantes, pero que sobre todo tiene un riesgo enorme cuando se avecinan tormentas. Nosotros tuvimos mucha suerte.
En la fotografía que ilustra este relato, podemos ver algunos de los lugares que nos encontramos a lo largo del recorrido por le barranco de las Angustias.
¡Una verdadera maravilla!.
Canon EOS 5D
Objetivo Canon EF 24-70mm f/4 IS USM
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