Había quedado con antelación con Jordi Canut, le fui a buscar y comenzamos la excursión. Había previsto pernoctar en el aguardo, por lo que sin más nos dispusimos a viajar con dirección al cantadero. Cuando llegamos, cogimos todos los trastos y nos dirigimos hacia el lugar. En el camino encontramos algún desplumadero de alguna hembra de urogallo "mal fario", justo lo que iba buscando había desaparecido entre las garras de una rapaz. No obstante continuamos, había prisa por montar el aguardo antes de que llegasen al dormidero. Había pasado algún tiempo, cuando se escucho un fuerte aleteo, ya era última hora del día. Estaban tomando posiciones para pasar la noche subidos a las coníferas. Apenas se veía y seguían llegando algunos rezagados. Esto prometía...
Al día siguiente había que madrugar, así que cenamos y a dormir. Cuando aún no había amanecido, comencé a instalar la cámara en el trípode y empezó el baile. Primero se escucho el gran aleteo de aterrizaje de los machos y al poco tiempo comenzamos a escuchar el canto de uno, justo enfrente del aguardo, cerca de la nieve. Había dos hembras que comían y muy cerca a nuestra derecha el precioso macho que, cantaba galantemente para conquistar el corazón de estas. Es curioso observar el comportamiento de estos grandes pájaros: se limitan a cantar con su cuello y cabeza estirados, así como su cola que exhiben en forma de abanico. Los paseos, acompañados de su canto amoroso, los realizan en su propio territorio, invitando a las hembras a acompañarlos, ya que son ellas las que eligen al galán.
Pasó algún tiempo y de pronto apareció otro macho, comenzando ambos a disputarse el territorio. Como es lógico, el vencedor de la contienda se apareó con las hembras. Fue una auténtica maravilla, poder disfrutar de un acontecimiento de estas características. Ahí seguía el macho pavoneándose, cuando de repente, como si de un misil se tratara, apareció una hembra de azor, Accipiter gentilis, que se lanzó sobre el urogallo levantando plumas del dorso en el revolcón, y éste saliendo a toda prisa buscando salvar la vida. Fueron unos instantes increíbles, de auténtica naturaleza salvaje. Ahora cuando escribo estas líneas, aún me estremezco.
Nikon F4
Objetivo Nikon 500 f/4 + 1,4x
Película de diapositiva Fujichrome Velvia