Grato recuerdo el de aquellos días... Recuerdo una tarde en casa de Julio Escudero, al pie de Las Tablas de Daimiel, sentado en el serijo cerca de la chimenea. Hablábamos de otro tiempo, cuando él era joven y entonces Las Tablas era un vergel. Aún añoro esa época, rodeado de tanta vivencia, con personas que habían nacido en aquellos lugares y que me contaban episodios de su vida, compartiendo conmigo momentos entrañables. Este hombre, Julio Escudero, era un auténtico superviviente. Había vivido casi toda su vida de la Naturaleza, pero no de la que nosotros entendemos hoy, sino de la que marcaba desde muy pequeño a los niños, que los privaba de juegos y los hacía hombres duros y responsables antes de tiempo. Tiempo dedicado a fabricar garlitos (aparejo de pesca que tiene una entrada cónica que permite entrar a la pesca, pero no la deja salir), que se hacían de sauces que crecían en el humedal. También se fabricaban los serijos, las cestas, esterillas,... de enea que abundaba por aquel entonces. La medicina natural estaba en las plantas que crecían en su entorno. Recetas que pasaban de padres a hijos a modo de pociones mágicas. Hay que tener en cuenta que esta gente vivían en islas y los municipios más cercanos eran Villarrubia y Daimiel, por lo que necesitaban ser autosuficientes y depender lo mínimo posible de lugares alejados de su mundo.
Por la noche se disponían los garlitos en lugares estratégicos. Esa mañana, con la barca preparada, nos dispusimos a realizar el recorrido para recoger los garlitos y la verdad es que no se nos dio mal, pues cogimos muchos cangrejos.
Como decía al comienzo, una experiencia maravillosa de primera mano, un privilegio estar con Julio y su primo, y pescar al atardecer con el trasmallo a la vieja usanza. Subidos en la "curiana", nombre que se daba a la embarcación para capturar cangrejos y movidos por la "percha", pértiga de chopo que se hinca en el suelo y sirve como palanca para impulsar la barca, realizamos un excepcional recorrido.
La "rijaca" (se utilizaba para capturar peces de gran tamaño), es un enorme tenedor de tres a cinco dientes enganchado a un palo largo que, le daba al pescador un cierto aire mitológico. En la imagen que realicé a última hora de la tarde podemos ver a Julio en la embarcación con la rijaca, y en la proa, la lámpara de carburo cálcico para alumbrarse.
Nikon F3
Objetivo Zoom Nikkor 35-70 mm f/3,5
Película de diapositiva Fujichrome Velvia